¿Vencer o dejarte vencer? ¿ Sonreír o simplemente llorar? ¿Mirar al frente o agachar la cabeza? En la vida siempre tenemos dos opciones, ese momento donde eliges como quieres afrontar el camino, y en función de ello marcarás tus propios pasos. Con esta reflexión comienzo mi crónica de La Transvulcania, porque una vez más volví a ver mi vida reflejada en una prueba, y recordé que era una guerrera de mis sueños.
Cuando te llevas meses preparando una prueba, siempre piensas en cómo será , en los paisajes, que vivencias tendrás pero para lo que nunca estamos preparados es para que ese día pueda suceder cualquier imprevisto, aunque a veces lo pensamos nunca lo afrontamos.
Nos levantamos temprano, y nos montamos en la guagua que nos llevaría hasta el arco de salida, en ese autobús había miles de kilómetros de experiencias vividas. Los nervios se respiraban y el sueño en los ojos estaba presente, pero junto a él había algo que todos compartíamos, la Emoción. Miré a mis compañeros de viaje, y sumidos en sus pensamientos y en el sueño, sentí que solo ellos podrían comprenderme. Sabía que si les decía que tenía nervios, ellos me calmarían con sus locuras y me abrazarían. Estas situaciones te unen a las personas que en esos momentos son tus pilares, y en ocasiones llegas a respirar gracias a ellos. Son estos instantes donde descubres que la amistad no entiende de tiempo sino de segundos realmente vividos.
Al llegar al Faro, el aire nos tiraba y el frío nos dejaba exhausto pero estábamos en la Transvulcania, nuestra prueba soñada y todo aquello formaba parte de la competición. Después de intentar comer algo nos dirigimos al arco de salida, cientos de luces iluminaban el cielo del faro de Fuencaliente y cientos de voces resonaban en el mar.
Cuando comencé esta preparación soñé con una carrera llena de dureza, de grandes momentos y una llegada espectacular, pero nunca pensé que pudiera comenzar desde el principio sintiéndome mal físicamente. Y es que el cuerpo de la mujer a veces es caprichoso y los dolores que se nos pueden presentar, nos recuerdan que nosotras nos volvemos fuerte ante las adversidades porque desde pequeña nos enfrentamos a ellas. Así fue como junto a esos dolores llegaron los problemas gastrointestinales que estarían los 73km. Ante esta situación me paré unos segundos a pensar: ¿Me coloco en el cajón de salida o directamente no comienzo?. Solo me hizo falta levantar la cabeza y ver lo que me rodeaba, pensar en cada paso de vida que he dado con gran dificultad, recordé que había cruzado un desierto bajo un sol abrasador, recordé que era una privilegiada de la vida.
Entre risas de compañeros, abrazos nacidos del corazón, fotos que pasarían a retratar las sonrisas y los ojos de emoción, sonaba canciones que nos enardecían y de pronto el dolor se marchó y solo sentía que quería correr. Increíble el destello de luces a las 6:00 am, pasar bajo el arco y comenzar a subir. A veces eran pasos en falsos entre arena negra, y un amanecer nos recibía para recordarnos que cada día nacemos y la vida está bajo nuestros pies.
Avanzábamos y junto a nosotros las horas corrían rápido pero no los kilómetros, en muchos momentos la naturaleza te paraba para que pudieras tocar el cielo con las manos y seguir siendo esa niebla que puede pasar por donde quiera. Sentí momentos de puro desgaste, de dolores y no poder comer, otros donde las risas me acompañaba con otros guerreros, otras como un pájaro que puede volar… En ocasiones olvidamos que sentimos cuando corremos verdaderamente, cuando nos liberamos de esas mochilas con las que cargamos, de fusionar con la montaña y del sonido de nuestras pisadas. Olvidamos que correr es vivir, y es nuestra expresión más pura. Es donde nuestras ideas se ordenan, la mente viaja lejos y sólo estás tú. Es esa soledad del ultrafondista…..
Por fin llegó los últimos kilómetros, después de más de 15 horas corriendo y una bajada que solo con asomarte producía vértigo. Pero ahí ya nada importa estás a solo 5 km, y con ganas de cruzar la meta. Una vez más la vida me regaló una sorpresa, alguien gritó mi nombre y salió a mi encuentro. Me dio ánimos y ese último empujón para lo que me faltaba. Gracias¡¡¡
Último kilómetro, y un escalofrío recorre el cuerpo… un gran amigo me dijo una vez : “El instante de felicidad, es el momento que sabes que lo has conseguido” . No puedo explicar que siento, sólo se llorar y recordar nombres que me hacen posible que pueda avanzar, recuerdo olores de las personas que quiero, recuerdo que nada es imposible. Y la rabia también me nace porque aun creemos que soñar es de locos.
Comencé a correr con toda mi alma, me llevaban los ánimos de las personas presentes, las lágrimas de compañeros que pasaban, me llevaba mi pasión.. últimos metros, brazos abiertos y vas chocando las manos de gente grande que esperan hasta el último corredor. Y por fin sonrío, lanzo un beso al cielo y cruzo. Me abracé a un amigo que me esperaba con su gran sonrisa, y un abrazo lleno de ternura, de comprensión, de orgullo. Lo había conseguido, esa era Yo. La que una vez más se desafío a si misma, apartó sus miedo y decidió arriesgar por alcanzar sus sueños.Recordé la frase de una carrera que me hizo lanzarme para ir a Sables hace un año: “Quien resiste Vence” y así fue. Resistí al dolor, a la altitud, a mis dudas más internas, y vencí. Soy Finisher de la Transvulcania, para muchos una carrera, para mí un instante más de vida.
Gracias a mi familia, amigos, a mi compañero de viaje, a las personas que creen en mí y gracias a todos aquellos que deciden pelear por sus sueños y crear la historia más fascinante que pueden leer, la suya propia.
Lo mejor que te he leído, felicidades. Después de 50 post y 2 años trabajando en el proyecto será inevitable que tengas que escribir un libro…
Que bonito Sonia. Felicidades!!!
Yo tambien estuve alli, i con tu relato me has hecho revivir unos recuerdos imborrables.
El ultrafondo nos da unas lecciones de vida impagables!!!
Mucha fuerza para tus futuros retos!!!
Nos vemos por las montañas
Gracias David por tus palabras. Sinceramente es una de las pruebas más bellas que he realizado en casi todos los sentidos. Sigamos disfrutando de lo que nos apasiona y compartiendo estos momentos. Un abrazo