Conocí a Loreto una tarde tras impartir para el area de Igualdad del Ayuntamiento de La Rinconada una charla sobre Igualdad en el deporte y la escasa visbilidad de la mujer en los medios de comunicación. Tras finalizar se me acercó despacio y con esa sonrisa que le caracteriza me pidió que fuese a hablarle a sus alumnos y alumnas sobre este tema, para ella era necesario y por supuesto, acepté. Me parece fascinante cuando las personas aman su trabajo y comprenden como las acciones pueden repercutir al mundo. Ella junto con sus compañeros del coolegio La Paz dejan huella en cada alumno y alumna que pasan cada curso por sus vidas.
Hacen del colegio un lugar para fomentar valores y construir un mundo digno con hombres y mujeres con futuro. Podríamos llamarles ¿soñadores? para mí VALIENTES.
LLegaron con su alegría habitual, su olor a colonia de baño y sus lapices preparados para anotar. En sus ojos había ilusión, ganas de aprender y en sus mentes quizás dudas de lo que podría una chica decirle. Habían oído 1000kms y para ellos era sorprendente que alguién pudiera hacer algo así y cuando digo «alguien» es porque lo que me impactó que la distinción de género no estaba en sus cabezas.
Mi compañero Juan del área de Igualdad comenzó con la charla, rompiendo mitos y creencias y sobre todo dejándoles claro una idea «el deporte no entiende de género».
Me tocaba salir a la palestra y enfrentarme a personas tan importantes como son los niños y las niñas, todo lo que tenía preparado se quedó en el papel. Necesitaba ser sincera, hablarles de como yo había ido cambiando con el tiempo, de mis experiencias vividas, de las personas que me habían ido tallando, de mis miedos, en definitiva, la vida.
Romper con sus limitaciones, hacerlos sentir grande y sobre todo iguales era mi objetivo. Compartieron sus sueños conmigo de la manera más pura que un niño puede hacer, agacharon la cabeza en ocasiones reflexionando y sobre todo vivieron cada segundo.
Si me tuviera que quedar con algún momento sólo, sería imposible, fueron tantos los abrazos, las preguntas sobre sentimientos, sus reflexiones al final de lo que se quedaban de la charla.
Oírlos decir en voz alta y desde dentro palabras como: esfuerzo, lucha, superación, perseverancia, oportunidad o frases «no te rindas» hacen hoy que mis piernas quieran correr más fuerte.
Una niña me preguntó ¿volverías a correr?. Hay días que dudo y siento incertidumbre pero después de ver ayer sus caras todo eso se borra, vuelvo de nuevo al último kilómetro en mitad de una duna rojiza con el viento golpeandome fuerte mientras despliego esa banderola con un nombre «La Princesa del Desierto»con una mente llena imágenes y de rodilla quedo clavada gritando de rabia, de dolor, de esperanza por todas nosotras por un mundo donde haya luz.
Hagamos que los niños y niñas no llenen sólo sus cabezas de conocimiento sino de sueños e ideas prediendo su fuego interior.