CERTIFICACIÓN DE LOS 1.000 KMS (GARMIN)

Completamos los 1000 kilómetros en 20 días

tal y como nos habíamos propuesto, hubo días de doble etapa, de más distancia e incluso una etapa más corta por una sobrecarga fuerte que tuve, pero nada impidió terminar este desafío

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Cuando te enfrentas a un reto de este tipo tienes que tener claro que para muchos es una locura impensable, otros que soñarán por estar en ese desierto pero también que asaltarán las dudas sobre si es cierto que se pueden hacer 1000kilómetros en ese tiempo. Certificar el desafío para nosotros era una obsesión, no queríamos que nadie dudara del reto. Por eso buscamos un certificador independiente en España y encontramos a Carlos García organizador de carreras extremas como 4Desert y Certificador Oficial de Garmin, nos daba las garantías profesionalidad y rigor que se merecía el reto y por ello nos pusimos en contacto con él para que pudiera certificar y validar el desafío. Llevaba conectado a mi durante todo el recorrido recogiendo datos un reloj Garmin Fenix 2.

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A nuestro regreso a España le pasamos todos los tracks del recorrido realizado, perfiles de elevación, distancias, velocidades…  resolvimos todas sus preguntas y unos días después tras analizar todos los datos mostrados nos certificó oficialmente bajo su firma el reto, 1000 kilómetros en 20 días en Namibia. 

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Namibia… testigo de lo imposible

Nervios, dudas, lágrimas, risas, nostalgia, … que dura y bella la guerra que libré interiormente cuando sentí que estaba donde soñé y ahora me tocaba hacerlo real.

El día antes estaba sentada sola en la oficina de Álvaro Cuadrado rodeada de cajas, maletas, cámaras y pensaba cómo  una persona había cambiado tanto mi vida. No sabía si quererlo más o incluso odiarlo, porque yo estaba en mi zona de confort y desde que él llegó nada ha sido igual. En dos años todo era diferente y cada día un reto continuo que estaba dejando tanta huella. Una vez me dijo:

«Yo cambiaré tu vida y tú la de millones de personas…»

y si lo dice otro no te lo crees, pero Álvaro hace que las palabras se llenen de verdades, que los sueños se hagan realidad y que la vida sea una aventura.

Recuerdo en el avión mirar por la ventanilla y al ver mi reflejo, mirándome directamente a mis ojos, pensar: ¿Al volver me habrá cambiado la mirada? En ese momento hubiera saltado al vacío, porque me había preparado para muchas cosas, pero ¿Estaba preparada para esa batalla interior? Sentía tanto miedo, maldita palabra que no nos deja avanzar, por eso estaba allí, tenía que desafiar, romper las cadenas y luchar por todas las mujeres que el miedo, el dolor, en fin, el sufrimiento no las deja ser libre y tener alas.

Llegamos a Windhoek y ese momento permanecerá siempre en mi cabeza, la tarde estaba apacible, el tiempo allí parecía detenerse y un idioma diferente susurraba en mis oídos. Estaba en Namibia, sí, lo habíamos conseguido. Automáticamente pensé en mi familia, que me había visto derramar lágrimas por estar allí y por fin pisaba tierra africana. La sonrisa bañaba el rostro del equipo, sentíamos, aunque no lo pronunciásemos en alto, qué después de ese viaje nada sería igual…

«Namibia país de contrastes, de dulzura inquietante, de niños con ojos cargados de dureza y a la vez de inocencia, de animales salvajes, de colores puros nunca vistos, de paisajes entremezclados en un mismo lugar, de kilómetros de extensión de tierra sin humanos…»

Aportación Social 02 - La Princesa del DesiertoLos primeros días pude estar en contacto con animales que no dejaban de asombrarme, de querer saltar del coche y correr con ellos. Atardeceres que me recordaban a películas y sensaciones imborrables al conectarme con la naturaleza, pude oír más allá de lo que mis ojos alcanzaban. Me sentía tan viva, tan llena de fuerza, que todo esto a veces me desbordaba. La naturaleza nunca deja de sorprenderte, cuando crees que lo has visto todo te muestra algo más bello como las Cascadas de Epupa, donde la fuerza del agua te impulsa a saltar. Grité mientras las contemplaba, a la vez lloré de emoción, porque era tal privilegio que incluso me sentí mal por poder vivir aquello ¿Me merezco vivir tanto?

Namibia a veces te besa con sus paisajes y otras te golpea, te recuerda lo importante de esta vida y te coloca en tu sitio. Cuando llevas comida, juguetes, vestimenta a una tribu y ves donde viven, o a un orfanato lleno de niños o a personas que se cruzan en la carretera te sientes diferente pero en la boca del estómago se queda un pellizco. Respiras aliviado porque a ti no te ha tocado nacer ahí y piensas en lo afortunado que eres por tener salud, por tener agua, por tener la capacidad de soñar y vivir lo soñado. En ocasiones al ver a lo s niños reir y juegar en una simple charca llena de lodo, pensaba que la suerte de vida no era la mía sino la suya que tan poco necesitaban para ser felices.

«Todo te enseña y pierdes la prepotencia del mal llamado primer mundo y te rindes ante lo evidente y bello de un lugar que sin a penas personas es tremendamente humano»

Mientras escribo esto pienso si ellos recordarán ese momento, quizás no, pero para mí es inevitable que se me salten las lágrimas porque me hicieron sentir mucho ¿Por qué olvidaremos que nuestra vida es un regalo?

La noche antes a la primera etapa estaba ansiosa, cenamos todos con tranquilidad y realizamos el briefing de cada día, donde analizábamos los aciertos y mejoras de todos. Mi mente ya estaba lejos y mi estómago me recordaba que al día siguiente comenzaría el desafío. Intenté relajarme, sólo pensar en cada instante bonito vivido, eso era fácil pero difícil retenerlo para apartar los demonios.

6 de la mañana. El sol apareció alto, fuerte en mis oídos resonó una canción “Human” y me puse a bailar y a saltar , toqué la tierra que estaba fría aún, lloré por tanto como estaba latiendo en mí, recordé y volví a soñar, me sentí grande y a la vez pequeña frente a esa imagen. Abrí los brazos, cerré los ojos y me hablé a mí misma, me concentré en lo que iba a suponer desde que escuché el silbido de Álvaro que era mi pistoletazo de salida cada día, junto a los besos imaginados de mi madre.

Los días comenzaron a pasar, llegaron los dolores inexplicables de describir. A veces sientes que tienes tanta inflamación en las articulaciones que van a estallar o la fiebre de noche te hace tener pesadillas. Pero este dolor formaba parte de este proyecto, ya contaba con ello, sólo tenía que aceptarlo una vez más y pensar en por qué estaba allí. Eso me ayudaba a llevarlo mejor y aunque seguía llorando a veces a escondidas para que el equipo no me viese, que tontería ocultarse por temor a que te vieran frágil, pero empezaba a doler menos. Poco a poco me iba superando, dejando atrás muchas cosas y divisando un horizonte grande, infinito como la vida. El brillo de los ojos se hacía más intenso y aunque la dureza estaba en cada paso que daba con ampollas en los pies, con quemaduras en mi piel y tendones inflamados, me sentía feliz. Miraba a mi alrededor y veía a Álvaro con su cámara en mano, rondando planos, cuidándome, dirigiendo el equipo, quizás el no corría físicamente, sólo cuando a veces me acompañaba como seguridad ante leones, pero él se dejaba la piel para reflejar la esencia de este desafío.

«Cambiar la palabra imposible por posible a través de estos kilómetros, ser luz para aquellos que la perdieron….»

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Veía a mi equipo, Cristina (asistente cámara) o a Eleazar (producción) cansados pero siempre tenían una sonrisa o alguna canción que me transportase, el equipo no me acompañaba, me llevaba en volandas con su cariño me hacía olvidar el dolor, formaba parte del ADN del proyecto.

Antes de irme al desierto temía a la soledad que pudiese sentir, pero que equivocada estaba, el desierto me abrazaba, el viento me castigaba pero me hacía más fuerte, el sol quemaba mi piel y a la vez me hacía sonreír, el equipo me cuidaba, las personas de allí me enseñaban y los animales me hacían sentir libre.

Día 10. Iba a completar por fin los 500 kilómetros, impensable la verdad pero ahí estaba corriendo aunque las sensaciones no eran las deseadas. Se me estaba haciendo eterno y la pájara llegó. No podía comer, tenía fatiga y estaba perdiendo el norte de todo. La cabeza me repetía: “ ¿Por qué tengo que sufrir tanto? ¿Qué hago aquí? No puedo seguir, no quiero, que me deje la cámara aquí y el coche de equipo se vaya, que ya estoy tan cansada, que sólo deseo que me abracen, me acuesten y olvidarme de todo”. Estaba a sólo 6 kilómetros de poder levantar los brazos y, sin embargo, no encontraba nada para continuar. Me paré a respirar, levanté la vista y dejé que el viento se llevase lo negativo. Pensé en todo lo que tenía, tiré de recuerdos, de momentos que ya había superado, pero sobre todo pensé en “mis mujeres”, mi madre, hermanas, amigas… ¡Cuántas mujeres que me dan ejemplo! ¡Cuántas hay que desearían estar ahí! ¡Cuántas que nunca se rinden a pesar de que quieran cerrarle a golpes su vida! Así que saqué fuerzas, di un paso y otro, hasta que alcancé esa meta. Por delante, otros 500 kilómetros, sin embargo, algo había cambiado en mí…

«Al día siguiente me aferré a mis muñequeras, que son los calcetines de mis sobrinos, me coloqué la visera, abracé a mi socio y salí a enfrentarme como si fuera mi último día»

“Princesa del Desierto, corre libre como el viento…”

Últimos kilómetros, un sol abrasador, y por delante las dunas últimas. Clavaría una banderola por todas las mujeres que sufren a diario, que viven a oscuras, por todas las que hicieron historia y por las que la construyen. Gritaría que los sueños tienen una meta y cruzarla con los brazos en alto es un regalo que todo ser humano debe vivir. Pronunciaría en alto cada frase que leí de apoyo, cada frase que oí de negativa hacia el proyecto. Pero sobre todo daría las gracias a las marcas con corazón que han colaborado Borgues, Gaes Solidaria,  S.A.C.T, Bad Toro, Serviprinter…. a Squareventures por hacer este proyecto real, a mi familia por tanto amor puro, a mis amigos por su confianza, a los que os apasionáis con este desafío y decidís vivir el vuestro propio, a las mujeres que luchan. Pero sobre todo GRACIAS a la persona que hizo de un folio en blanco un proyecto, un hombre que cambia el mundo a diario, Álvaro Cuadrado. Desde lo más profundo de mí, gracias, por esta oportunidad de dejarme llevar este mensaje en mis piernas, por enseñarme mundo y por las alas que me has ido cosiendo lentamente.  Gracias por hacer de mi pasión, correr, algo mucho mas importante, una reivindicación, por hacer que este proyecto tenga continuidad con más retos y haciendo que otras mujeres se enfrenten a sus desafíos, gracias por coronarme como princesa del desierto, pues yo te corono como príncipe de mi corazón.

Ahora vuelvo a casa lentamente, curando las heridas que traigo, absorbiendo aún lo que he vivido y sintiendo la oportunidad de vivir. Soy afortunada por tanto como tengo y lo poco que necesito cabe en una mochila. He dejado atrás muchas cosas enterradas en esas montañas imponentes y dunas infinitas y vengo llena de experiencias para compartir con los demás, de ayudar a que otros consigan sus sueños, se sientan valientes para construir cada mañana el mejor día para vivir y para recordar a todo el mundo que:

“SOMOS NUESTROS PASOS”

¿Cómo puedes AYUDAR a La Princesa del Desierto?

Muchos me habéis preguntado cómo podríais apoyarnos, estar dentro del proyecto y aportar un granito más de arena a ese desierto que nos espera para que recorramos kilómetros de sufrimiento con un mensaje de superación, de lucha y fuerza. Actualmente el proyecto se realiza hipotecando todo lo que tenemos y nos genera un gran déficit, queremos cubrir los costes del desafío y poder emprender un nuevo desafío el año que viene.

En una semana rodaremos la película que narra el desafío de correr los 1.000kms (Ver teaser https://www.youtube.com/watch?v=MGd2ni6MY18) después de esto sólo esperamos que cada paso que hemos dado llegue a millones de personas, decidan atarse fuerte los cordones y cambiar sus vidas. Mi Álvaro me dijo una vez:

Yo cambiaré tu vida, y tú cambiarás la de millones de personas. (Álvaro Cuadrado)

Ahora necesito tu ayuda ¿Quieres cambiar el mundo?

SI ERES PERSONA #APADRINA

Tenemos una campaña de crowdfuning permanente. Gracias a todos los que habéis aportado vuestro granito de arena:  Apadrina 1 km por 100€ y aparecerás en los créditos en la película. BANCO SANTANDER IBAN ES48 0049 3240 2425 1401 1930

SI ERES EMPRESA #PATROCINA

Contacta con nosotros hola@laprincesadeldesierto.com y conoce como llevamos marcas a mas de 45 MILLONES de personas, como ya han entrado en el proyecto: COCACOLA, BORGES, GAES SOLIDARIA, BADTORO, SERVIPRINTER… sin ellos no sería posible.

SI ERES MEDIO #DIFUNDE

Ya hemos salido en mas de 40 medios con un audiencia de mas de 10 MILLONES, gracias a: CUATRO, ONDA CERO, RNE, CANAL SUR, SPORTLIFE… queremos transmitir nuestro mensaje de superación y llegar al mayor número de personas posibles.

 

Ahora párate un segundo y piensa, ¿si pudieras cambiar el mundo, lo harías? Estamos seguros que SÍ, entra en nuestra web y apóyanos para poder trasladar este mensaje a todos los rincones de este mundo. #somosnuestrospasos

LA PLUMA MÁGICA

Eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que pareces y más inteligente de lo que piensas . (Winnie The Pooh)

Eran las tres de la tarde y corría por una carretera a penas transitada, el sol bañaba mi rostro pecoso y me hacía sudar, últimas gotas porque el invierno comienza a dejarse ver. Cansada de muchos kilómetros me sentía aún dichosa y con ganas de continuar. A veces es extraño como deseas llegar a casa y sin embargo no quieres dejar de correr aunque haya algún dolor que te golpee fuerte. Miraba al frente sumida en pensamientos caóticos y sin sentidos, era de esos días en los que la mente no dejaba de trabajar. La única música mi respiración y el zapateo de mis pies constante sobre el asfalto pero algo me hizo detenerme y pensar.
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Con el alma encendida

Con Doñana de fondo, en la desembocadura de mi Guadalquivir y de la mano de mi amado Álvaro miro un atardecer son sabor a Namibia, y recuerdo un caluroso verano que se tiñó de duro invierno corriendo mas de 1 millón de metros como preparación para lo imposible, inevitable sentir algo fuerte que ruge dentro de mi…

A veces siento miedo y quiero correr rápido para ver si lo pierdo, a veces la soledad me ha invadido quedándose pegada a mí hasta tener que bañarme y frotarme fuerte para ver si la desprendía, a veces sólo a veces he sentido que tiraba la toalla pero nunca llegaba al suelo. Quizás porque nací fuerte como un roble en una familia humilde con una bandera roja llena de palabras como: lucha, entrega, pasión, vida…

Sentada frente a una taza de café caliente y aun medio dormida, el olor de aquella mañana me trajo recuerdos de una niñez que no volverá pero quedará por siempre en mi memoria. Han pasado los años y aun puedo sentir la calidez del sol que bañaba mi cuerpo una tarde de ribera donde las preocupaciones se quedaban en aquel río que fluía lento pero constante.

Últimamente las mañanas están cargadas de emociones, comienzo con sentimientos a flor de piel y los recuerdos me persiguen como la sombra. Salgo a correr con el alma encendida y toda la ilusión por completar cada entrenamiento, al terminar levanto los brazos y pienso una meta más e inevitablemente viajo lejos, y los nervios se apoderan de la boca de mi estómago y la media sonrisa se dibuja en mi cara ¿Quién me iba a decir a mí que aquella llamada cambiaría mi vida y la de posiblemente muchos?

Hay momentos donde me tumbo en mi cama con la mirada perdida en el techo, curioso lo alto que lo veo a veces y otras tan bajo. Sueño despierta con un desierto que no llega, respiro fuerte controlando los nervios y entonces, miro atrás y recuerdo los orígenes.

Son tantas horas de duro trabajo, de sacrificio, de dejar a un lado a personas y perderte momentos por ganar otros. Piensas si verdaderamente todo esto es tan importante, ¿Es necesario sentir dolores físicos y del alma? ¿Debería dejarlo todo?  Y entonces el olor de mi madre me invade, el sudor de este verano, el beso de un amigo, la voz de Álvaro diciéndome “eres niebla, pequeña”, el grito de mi Aitor una tarde de entreno «Titi tu puedes» y todo se diluye como espuma de cerveza, el ritmo cardiaco se ralentiza, cierro los ojos y saboreo esta taza de café caliente que mantengo entre mis manos. Me coloco las zapatillas y a salgo a conquistar mi vida con una frase tatuada en mi piel “Vivir la vida y aceptar el reto”.

Namibia me espera en menos de un mes con los brazos abiertos, con un paisaje que me dejará exhausta, las olas del mar me aliviará las heridas y las dunas sellarán cada momento. Las horas en soledad corriendo forjarán mi nuevo camino, los 50 kilómetros diarios terminarán con el abrazo de Álvaro y al atardecer tiritaré por dentro, las emociones acariciarán mi corazón y la sonrisa iluminará un día más mi rostro con el alma encendida.

“¡No te detengas!”, me grito en mi interior y, por fin… la Meta

Hace años soñé que algún día me subiría al pódium de los 101km de Ronda, y no es que el pódium sea importante en mi vida en estos momentos, pero hubo un tiempo en que sentía que no brillaba y veía muy de lejos ser capaz de correr más de cien kilómetros sin descanso. Hoy puedo decir que brillé con luz propia. No por el resultado conseguido, sino porque dejé atrás una mochila del pasado… ¡Que bello es vivir!

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Lo primero que hay que trabajar a la hora de afrontar este tipo de pruebas es la mente, un trabajo previo de días que en mi caso nutro con recuerdos, olores conocidos o besos de personas a las que quiero. En esta ocasión mi “talismán” ha sido mi sobrina de un año, Martina, por su fortaleza frente a la adversidad. Mi medalla de finisher es suya.

En Ronda me encuentro con caras conocidas, amigos con un mismo objetivo: Vivir esta prueba, y con un mismo pensamiento: “Mañana vamos a sufrir, el calor no nos dará tregua”. ¡Cuántas historias y motivos tenemos cada uno para estar aquí! Y es que es intenso respirar ese nerviosismo en las horas previas, observar a los que rezan, a los que gritan, a los que se emocionan y a los que corren ya aún sin moverse del lugar. ¿Que cuál soy yo? Supongo que un poco de cada uno.

Ceno con mi compañero de aventuras, Santi Pérez, frente a un paisaje que nunca olvidaremos, con nuestras confidencias. Luego a intento dormir, no pensar, pero recibo  mensajes que desean darme toda la fuerza del mundo y al final, cuando estoy en la prueba recuerdo esas palabras.

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A las 10:30 de la mañana me meto en el cajón de salida acompañada de un veterano y experto en este evento deportivo y de un amigo que se enfrenta por primera vez a los 101km. Gracias por esos momentos de risas y locuras, quizás no compartimos muchos kilómetros pero los poquito me hicieron tener un cariño especial por ambos.

Pistoletazo de salida  y a correr. Por delante 101 kilómetros. Desde el principio mi estómago no va bien y comer se me pone complicado, pero decido usar la cabeza e hidratarme mucho y tomar algo de fruta.

En estas pruebas debes usar los momentos de “subidón” para que te ayuden a continuar. Para mí Setenil y el Cuartel son la clave. En Setenil, un público numeroso espera para recibir a los corredores, es como regresar a los últimos 100 metros de la Transvulcania, me emociono.

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Ahora a por el segundo objetivo, llegar al Cuartel, coger el frontal y salir a buscar el kilómetro 83 donde me espera  Kike, con una gran sonrisa y sus brazos. Llego al cuartel, como un poco de arroz de pie y dos tragos de refresco, cojo mi frontal y salgo a correr de nuevo. Levanto la vista y veo su silueta delgada esperándome. En ese instante siento que he ganado Ronda. Porque nadie ha hecho esto por mí y noto sus manos como la primera vez que me la ofreció en nuestra primera cuesta, sin saber ambos que eso iba a cambiar nuestras vidas.

Comenzamos la cuenta atrás restar kilómetros y avanzar, sueño con llegar a la cuesta del cachondeo donde los adoquines te llevan sólo de tantos valientes que han pasado por ahí de una manera u otra. A veces el paisaje nos paraba pero sobre todo ese manto de estrellas que al apagar el frontal podíamos disfrutar y sentir que la vida es Infinita.

Diviso la cuesta y rompo a llorar, me duele tanto las costillas, es tal el cansancio pero no puedo parar y es que estas sensaciones no sé cómo definirlas. Suena el teléfono es mi madre con su eterna voz de preocupación y con una pregunta: ¿Has sufrido mucho?. Me hago la dura y le respondo que no, en realidad solo deseo abrazarla y que me bese porque siempre diré que en sus besos hay magia para sanar los dolores más intensos.

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Último kilómetro y nos recibe una calle llena de héroes, de familias que esperan con el corazón enardecido, de personas que pueden sentir cada paso que das. Beso su mano y nos despedimos, los últimos metros son míos. Quiero gritar, llorar, reír pero sólo lanzo un beso al cielo, beso las muñequeras de mis sobrinos y pronuncio un nombre, Martina.

  “¡No te detengas!”, me grito en mi interior y, por fin… la Meta.

Al día siguiente subí a pódium a recibir un premio que no es sólo mío sino de muchos que me acompañáis:

Gracias a mi familia y amigos por tanto amor que recibo

Gracias a mi socio y compañero Álvaro Cuadrado que confía y cree ciegamente en lo que hago. Siempre tienes unas alas para que pueda cabalgar libremente por el monte y recordarme que somos niebla.

Gracias al equipo de Squareventures y Swing 28 por el trabajo que hacéis ¡Grande!

Gracias a Cocacola, Atei, Orbea y Serviprinter por apoyar el proyecto, sin vosotros nada sería posible.

Gracias a los medios de comunicación por ese apoyo y empujón para que La Princesa del desierto llegue a muchos rincones del mundo.

Gracias Kike por tu mano y tu corazón.

Mi podium fue su Felicidad

 

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Una manta fina de agua bañaba mi rostro, los pies inundados de barro, el dolor comenzaba a aparecer en mis rodillas y las ojeras cubrían mis ojos. La banda sonora de La Misión sonaba en mis oídos haciéndome recordar imágenes de un pasado muy lejano de mi vida.. sin querer sonreía porque la felicidad estaba de nuevo en mí. Cómo describir cuando sientes que no corres sino que vuelas, que las zapatillas no pesan sino que son tus alas, cómo describir cuando al pecho le embarga la emoción.

Este día quedará grabado en mi memoria, y es que vivir intensamente cada instante duele pero es un dolor que te deja exhausto y siempre quieres más. Podría haber sido una carrera más, un dorsal para guardar en mi caja y un nuevo paso dado en mi camino pero no ha sido así. Es un dorsal con un nombre Fernando Leira que lucha contra el ELA, un paso clavado en barro con el nombre de Natalia Macías y un aprendizaje: que la valentía tiene la fuerza, la perseverancia y la delicadeza de una mujer con olor a tierra mojada.

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Nos levantamos temprano como siempre con mi gran amigo Santi, que bonito es el amanecer a tu lado porque el cariño sabe a café y a sentirse en casa. Siempre se ríe de mis buenos días con mis pelos enmarañados y tiene algún detalle para hacerme sentir niña pero hoy además teníamos que celebrar que era su cumpleaños. Gracias a la vida por dejarme estar más años a su lado, eres tan importante amigo mío.

Fuimos en busca de otro guerrero incansable, de esos que traspasa con su mirada azul y la palabra fortaleza nació con él. Emprendimos por fin el viaje a Ronda, que siempre tiene para mí un componente especial.

Fue mi primera carrera de 26km que la recuerdo con tanto cariño porque eran momentos no tan bonitos que debemos vivir para aprender y seguir. He vuelto cada año por motivos diferentes y en todas guardo el sabor agrio dulce de una competición.

Llevo meses esperándola con respeto y con la ilusión de una niña el día de los reyes, iba a compartir una salida con mi hermana “Mi Mai”. Para los que no la conozcáis es fuerte como un roble, valiente como un felino y dulce como la miel. Hace tiempo decidió dar un carpetazo a todo los muros que tenía en su vida, decidió colocarse un buff y salí al campo al respirar. Luchó días y días, no cedió al dolor y en su afán por alcanzar esa meta crecía el orgullo en sus ojos. Pero como alguien al que quiero me dijo una vez “Una golondrina no trae sola el verano”, ella ha tenido a su lado a su compañero de vida, una bella persona. Gracias Mario

Nos encontramos por fín todos entre risas, nervios, gritos, nos colocamos la ropa de batalla y hoy llevo en mi espalda un escudo precioso forjado con el número 32. Hace tiempo llegó a mí, un email con la historia de un hombre que ama este deporte pero la enfermedad de ELA lo ha frenado en sus carreras pero no en su vida. Tiene un lema «La vida con una sonrisa» y este día él iba a estar conmigo, yo sería sus piernas y él sería el corazón que latiera fuerte. Gracias Fernando por ser ejemplo de lucha.

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10:00 de la mañana suena la cuenta atrás, beso a mis amigos, abrazo a mi hermana y sólo puedo decirle te quiero y disfruta. Corro rápido, necesito avanzar y mi carrera comienza desde ya. Voy sola en todo momento pero me siento tan fuerte por ahora, no tengo dolor de nada, corro por encima del barro y al mirar a las montañas solo veo niebla que avanza.

Han pasado ya dos horas y necesito oír a mi hermana, saber que va bien y al descolgar su respiración entrecortada me dice : Mai estoy bien, voy por benaoján, que de barro… y volví a tener pulso. Gracias me repetía para mis adentros, no sé a quien estaba agradecida pero era la única palabra que brotaba de mis labios.

Seguí corriendo, y la lluvia a veces nos daba tregua pero sinceramente no la sentía porque lo única que oía era su voz. Pasaba los kilómetros y aunque el cansancio comenzaba a notarse podía seguir corriendo, recordar a las personas que me están apoyando tanto, aquell@s que haceís que mi sol brille más fuerte. Recuerdo las palabras de mi compañero de viaje “Sé que estas fuerte pero si no puedes más y flaqueas seré tu corcel negro como toda princesa tiene en los cuentos”. Y cuando sólo me quedaban 8km la vuelvo a llamar, y me dijo:» estoy a 4 kilómetros de meta». Me ahogo en lágrimas al recordar ese momento. Creo que le dije: Grande mai, ya lo has hecho, nos vemos en la meta. Rompí a llorar, mientras corría, y una vez más miré al cielo infinito que volvía a llover pero esta vez era agua dulce.

Llamé a mi madre y le dije: Que tenía una hija muy grande, que nada nunca pudo con ella. Gracias madre porque lo has hecho muy bien con nosotras, tú que siempre luchaste a nuestro lado, este éxito también es tuyo.

Ahora sí, mis ansías por llegar se hacían más grande, soñaba con esa meta, con sus besos, último kilómetro y corro fuerte por cruzar. Al llegar mis piernas temblaban, estaba exhausta había bajado el tiempo del año anterior y me quedaba recoger mi regalo, que no era el pódium conseguido sino la felicidad de mi hermana.

Decido ir a por ella, estará a punto de llegar y justo a 300m aparece con su gran amor, nos abrazamos, lloramos y el tiempo se detuvo entre risas y lágrimas.  “Corre Mai, lo conseguiste, levanta los brazos al llegar a meta”… y así fue.

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Su sonrisa no se ha borrado, en sus ojos verdes existe un brillo que la hace aún más bonita, el cansancio es a pena perceptible y aunque en sus andares aún hay restos de barro  lleva una capa preciosa con una frase escrita “Princesa del Desierto”.

Voces de un desierto… Namib

Durante milenios, los nómadas del desierto han oído voces y sonidos misteriosos provocados, a su decir, por fantasmas y demonios. Marco Polo creía que a veces los espíritus malignos «llenaban el aire con sones de instrumentos musicales de todo tipo, redobles de tambor y chasquidos de espadas».

 «Los sonidos de la arena»

 No sé si en mitad de la nada, cuando las fuerzas flaqueen y sienta que mis pies se hunden al parar un segundo y respirar, oiré el sonido de nómadas que dejaron su esencia en esas dunas, de mujeres que tiñeron su piel para soportar el calor y aniperdidos entre granos de arena.

No sé si en la playa mientras observo una costa de esqueletos que se abre ante mí conseguiré tiritar al pensar en cuantos barcos naufragaron en aquella zona y ballenas varadas y si sentiré el motivo del porqué   algunos marineros la llamaban “las puertas del infierno”.

No sé si en la sábana mientras al atardecer corro rodeadas de animales salvajes sentiré miedo o gritaré de euforia al pensar que estoy en un sueño hecho realidad.

Pensamientos, sentimientos, emociones…Todo esto pasó por mi cabeza cuando mi socio Álvaro Cuadrado me puso frente al ordenador para que pudiera sentir una parte de todo lo que vamos a vivir juntos en Namibia, con el Teaser que ha realizado, lleno de  fuerza y grandeza.

 Nuestro desafío correr 1000 kilómetros en 20 días, nuestro  objetivo desafiar a lo imposible y demostrar que toda persona puede lograr lo que sueña despiert@ con la grabación de un documental que recogerá cada grano de arena pisada , imágenes que nos harán saborear el sabor amargo del cansancio de días y días y mostrará una mirada que cambia con el pasar de los atardeceres.

Cuando las personas luchamos con nuestras fuerzas por tocar el cielo y al final lo conseguimos todo pasa muy rápido,al terminar sientes que duró poco, incluso el vacío se adueña de ti y el miedo a olvidar lo vivido se apodera en muchos momentos. Miras atrás y en esa inmensidad donde la belleza del paisaje se entremezclan con el dolor de tu cuerpo y las lágrimas que no podrías decir su motivo, sientes que cada paso que diste valió la pena.

Nuestro documental será el reflejo de días soleados, nublados y de lluvia, de un canto a la esperanza, de una mujer que con las manos vacías tal y como nació se enfrentará al Namib dejándose la piel en cada etapa y bendiciendo al tierra con una gran sonrisa. Pero nada sería posible sin «los ojos del viajero» es decir, mi Álvaro cómo me gusta decir.  Lleva en su cuerpo heridas hechas en batallas siempre ganadas porque es valiente y da un paso hacia delante, ha cruzado continentes y en cada lugar visitado encontró paraísos cercanos. A veces cuando nos miramos en silencio soñamos con este desafío y estoy segura que los dos, lo vivimos diferente pero nos une lo mismo «la pasión por vivir».

Hace más de un año que nos conocemos y él dibujó para mí el sueño al que ahora nos enfrentamos ambos. Yo seré las piernas, él será el aliento, yo seré el desierto y él será agua pero ambos cruzaremos cada meta con una sonrisa por bandera y sentiremos que la niebla avanza cada día.

Frente al atardecer, con los elefantes en la lejanía y una taza de café compartida en un jarrillo ya quemado, no hablaremos y sólo oiremos las voces del desierto.

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Este documental es mi sueño, tu sueño, el de much@s que empiezan a despertar de un largo letargo y otros comienza a sentir que un largo viaje comienza con un único paso.