NOS GALARDONA CON LA MEDALLA DE ORO AL MÉRITO DE SEVILLA

La Diputación de Sevilla nos galardona con la Medalla de Oro al Mérito, nos emociona el reconocimiento y estamos profundamente agradecidos.

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Sonia Macías y Álvaro Cuadrado, fundadores de La Princesa del Desierto

Es una medalla compartida por un equipo humano que han hecho de lo imposible, lo posible, junto a mi socio Álvaro Cuadrado y mas de 30 personas que han colaborado con el proyecto. Si se lo dedicamos a alguien es a todas esas mujeres anónimas que cada día viven su desafío y no tienen reconocimiento, ellas son nuestra fuente de inspiración, la razón del proyecto y me gustaría pensar que no nos premian a nosotros solamente, sino a nosotros en representación de cada una de ellas.

Este reconocimiento institucional pone en relieve un problema real la falta de apoyo que hemos tenido en Sevilla y Andalucía, tan solo el Ayto. de La Rinconada de forma local nos a prestado su apoyo. Ha sido mas duro ir de despacho en despacho solo recibiendo negativas que entrenar a 45º en mi pueblo o correr en el desierto.

«Nunca hemos pedido un premio, solo ayuda para poder ayudar a millones de mujeres»

Álvaro Cuadrado, Presidente y cofundador de La Princesa del Desierto

Aún nos queda mucho trabajo y espero que este premio sirva para que las instituciones nos apoyen como aún no han hecho, para que podamos llevar más lejos este mensaje de superación. Reivindicar el papel de la mujer en el deporte y en la vida, es un largo y duro camino por ello premios sin compromisos por parte de la instituciones no son nada. Parafraseo a mi socio «Necesitamos financiación y una apuesta real por el cambio de mentalidad, políticos comprometidos con «palabra» no con «palabras» e interesados en el proyecto no en la foto» y suscribo sus palabras «Nunca hemos pedido un premio solo ayuda para poder ayudar a millones de mujeres». Si hemos conseguido correr 1.000 kilómetros en 20 días, aparecer en más de 70 medios de comunicación y llegar a más 10.000.000 de personas sin ayuda de instituciones ¿Qué podríamos conseguir con ayuda?

«Necesitamos financiación y una apuesta real por el cambio de mentalidad, políticos comprometidos con «palabra» no con «palabras» e interesados en el proyecto no en la foto»

Álvaro Cuadrado, Presidente y cofundador de La Princesa del Desierto

Gracias a todos por vuestras felicitaciones, tenemos claro nuestro objetivo LA MUJER, seguiremos luchando!

CARTA A MIGUEL DE LA QUADRA – SALCEDO POR UN RUTERO. MUERE EL ÚLTIMO HOMBRE

Perdí el miedo morir viviendo intensamente, sabía que era posible porque una vez conocí a un HOMBRE.

Había un tiempo donde HOMBRE o MUJER no era una cuestión de género, sino de actitud. Donde convertirse en un HOMBRE no tenía nada ver con la edad, ni con poder votar, conducir o beber; era una cuestión de responsabilidad, valores y fortalezas. No todo el mundo llegaba a aquel estado y, por desgracia, con el tiempo aquellos a los que se podría llamar HOMBRE o MUJER en mayúsculas, se hacían mayores y desaparecían sin remplazo. Ya no hay HOMBRES como los de antes, estaban en vías de extinción y tú, MIGUEL, eras el último.

Te escribo esta carta emocionado porque pierdo al último HOMBRE en el que inspirarme, al que emular, al que seguir. Soy de la última generación que sentía admiración por ti, antes de que te sustituyera Justin Bieber o Johnny Depp. Cuando soñábamos con vivir aventuras en lugar de entrar en Gran Hermano, pedíamos a los Reyes Magos libros de Julio Verne en lugar de videoconsolas, o sabíamos que en esta vida todo lo que merece la pena cuesta conseguirlo. A tu lado he pasado hambre, frío, cansancio, enfermedades, he estado de barro hasta las cejas y mojado durante días, y lo hacía con un sonrisa escuchando tus historias y consejos:

“El verdadero destino de un viaje, es el rastro que deja en ti”

Contigo viví más en 45 días que con nadie sobre la faz de La Tierra durante años. Tenía 15 años cuando crucé por primera vez el Océano Atlántico hasta llegar a Quito; alcancé mitad del mundo de tu mano en la región de Otavalo; ascendí al volcán Cotopaxi entre llamas y alpacas; me adentré en el Amazonas en las selvas del Podocarpus durante días; recorrí ciudades como Piura, Cajarmaca o Chiclayo siguiendo los pasos de Francisco Pizarro y descubriendo las maravillas precolombinas hasta alcanzar, en las costas de Salango, a las ballenas yubartas saltar sobre las aguas del Pacífico, y descubrir buceando en un barco de pesca el Spondylus Princeps, el oro rojo de los Incas.

GRACIAS, porque después de aquello, nunca dejé de viajar. He dado varias vueltas al mundo, más de 60 países en los 5 continentes, y tengo claro que todo comenzó contigo y con la aventura que marcó mi vida. Sin ti en mi memoria, seguramente nunca hubiera desafiado a los imposibles con La Princesa del Desierto y decenas de proyectos que, llenos de ti he liderado durante años. Gracias por palabras que llevo tatuadas en el alma:

«El miedo nunca me paralizó, me podía más la ilusión por romper fronteras y llegar a donde nadie había llegado antes»

Hoy lloran tu muerte muchos ruteros que se quedan huérfanos con tu marcha. Esta carta, en parte va para ellos, que desde el principio se convirtieron en mi familia y con los que viví hace un año, el honor de ser el maestro de ceremonias del Homenaje por los 30 años de Ruta Quetzal, y mirándote a los ojos, te dije:

“Un día no estarás entre nosotros, pero descuida que nosotros somos tu legado”

Hoy es ese día, y hoy me siento más orgulloso que nunca de haber seguido tus pasos, ojalá sea digno de tan larga estela de aventuras y pasiones. Allí donde esté, contaré cómo conocí al ÚLIMO HOMBRE.

 

ÁLVARO CUADRADO JIMÉNEZ RUTA QUETZAL 2001, PERÚ Y ECUADOR

101kms más que una carrera

Todas las medallas tienen un sabor diferente y muchos nombres porque siempre que cruzas una meta piensas en alguien que te impulsó a seguir o creyó en tí. Derramamos tantas lágrimas que si en una carrera se recogieran todas habría más lagos y ríos  bellos en este mundo porque estarían hechos de emociones sinceras.

Cuando te enfrentas a una prueba nunca sabes a ciencia cierta qué ocurrirá pero si tienes claro una cosa, que vas a sufrir y que esa palabra te perseguirá durante horas. Pensarás en ocasiones que la has dejado atrás pero te azotará cuando menos lo esperes. Sin darte cuenta terminas abriéndole los brazos y amándola. El sufrimiento se convierte en tu mejor aliado para esta dura batalla, y acabas aceptando que el dolor es algo temporal  pero el orgullo y el honor es de por vida.

Sabía que podía sufrir en estos 101 kms porque mi cuerpo aún se resiente de todo el 2015 e inicio de este año, mi rodilla izquierda está muy afectada y la cabeza me sigue jugando malas pasadas pero aun así decidí ir ¿por qué? porque  la lucha, entrega, la unión, el compañerismo se vive dentro de esta carrera, porque llevo una frase tatuada en mi brazo que me acompaña en mi día a día «Vivir la vida, aceptar el reto». Sé que esta manera de pensar es egoísta porque sufren tanto los que te rodean, lo veo en el rostro de mi familia, los mensajes de amigos…
Empecé un fin de semana con risas, abrazando a personas con las que he compartido vivencias que nunca olvidaré, que me han enseñado que en el camino encontraré todo lo que necesito para ser feliz.

Es extraño cuando te sientes bien, en mitad de una subida de barro con 80 kms en tu cuerpo pero estaba allí de nuevo recuperando sensaciones, dejando atrás pensamientos negativos y con el alma inundada de momentos que quedarían para mí. Miradas de personas que al principio son anónimas y después son familia, quizás no recuerdes su nombre pero si su risa, o sus palabras de aliento.

Los 101 no es una carrera de tiempos, es una carrera de emociones, de vivir esa entrada en Setenil donde un pueblo te acoge y te hacen un pasillo lleno de aplausos y vítores que te ayudan a correr más rápido. Es una prueba de agarrar la mano al que sufre, de besar con lágrimas en los ojos, de luchar contra el sol y el barro, de ver familiares con cámara en mano y el corazón esperando horas a que lleguemos.

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Tantas veces te repites qué haces ahí y dura solo un segundo esa duda porque alguien te grita o te pasa cojeando llorando de dolor entonces todo se diluye y das otro paso. Recuerdas porque lo haces y que te empuja a seguir. Nos olvidamos tantas veces de mirar hacia nuestro lado que pensamos que somos los únicos que sufrimos. En carreras donde miles de personas se concentran, en realidad, son miles de historias con nombres propios.

Este año para mí ha sido tan especial, tuve la gran suerte de conocer a una mujer luchadora, que me dejó estar a su lado más de 50 kilómetros. A veces la miraba y me veía reflejada en sus ojos cansados o sus lágrimas furtivas, encontré en ella sueños y  entrega. Es cierto cuando dicen que las personas llegan a la vida de otras por alguna razón, ahora sé que Miriam llegó para que recordarme muchas cosas…

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No he querido hacer una crónica de carrera sino hablar de lo que hace que siga corriendo. Hoy sólo me nace dar las gracias porque sois muchos los que estuvisteis en la prueba viviéndola de una forma u otra.

Gracias a Ventura y Álvaro Rodríguez porque me cuidáis, me ayudais con vuestra profesionalidad y confianza. Gracias Natalia y Mario por  amarme tanto. Gracias Yolanda por recordarme la frase «no te rindas». Gracias a mis padres porque sin ellos no podría. Gracias Álvaro Cuadrado por gritarme siempre «vuela».
Gracias Santi sin ti nada sería igual. Gracias Álvaro Galván, Sara y Luis por vuestro cariño y esas sonrisas que me llenan. Gracias Cristina, Piescu, Manolo y Juan porque nuestros ratitos me transportan al desierto. Gracias a todos los que me encontré en la serranía antes y durante haciéndome sentir libre y plena.Gracias Rubén Monzón por empujarme desde tu fatbike. Gracias a todos los que no os fuisteis a la cama hasta que no entré en meta.
Gracias a todos mis amigos que estabais con el teléfono en mano, me llegaron al corazón vuestros mensajitos. Gracias Miquel Capó porque volviste a dar una lección de lo que es ser persona y gran deportista. Gracias Horacio por tu aliento.
Gracias Miriam por tantos kilómetros de vida, de emociones sinceras, de sueños, que estas palabras sean siempre tus otros apellidos.

Sé que volveré a Ronda porque en sus montañas me encuentro…